jueves, 4 de octubre de 2012

Blogueros, os presento a mi "Flickr" :)



Queridos amigos, aquí os presento MI CUENTA DE Flickr. De momento, fotos del Mar Muerto, Petra, y algunos paisajes. Dentro de poco, ¡mucho más!

lunes, 24 de septiembre de 2012

Ayman Mohyeldin: “La historia de Gaza es la historia de la vergüenza”



Vittorio Arrigoni, GAZA, Stay Human, «En Gaza, solo la muerte ha sido el final de la guerra»

Una carretera desierta, oscura, acompaña a los periodistas. Pequeños y lejanos destellos de luz  avivan Gaza. Ciertamente, la hacen morir. Son bombas. Es enero de 2009.

Tras el vencimiento de la tregua de seis meses acordada entre Israel y Hamás, el 19 de enero de 2008, militantes palestinos lanzaron varios cohetes hacia el sur de Israel. Como respuesta, el 27 de diciembre, Israel bombardeaba alrededor de 50 objetivos de Hamás en Gaza. Así comenzó la Operación Plomo Fundido, considerada la acción más sangrienta en Palestina desde 1948.  Desde entonces y hasta el 18 de enero de 2009, más de 1 400 palestinos murieron en Gaza. De ellos, 1 200 eran civiles. Solo el primer día de ofensiva lo hicieron 334 palestinos. En los ataques también perecieron 13 israelíes, de los que 3 eran civiles. Este periodo dejó cerca de 5 000 palestinos heridos.



En la Rojal Film Commission de Ammán, un bonito espacio al aire libre donde suelen proyectarse películas, AISH asistió a la presentación del documental «The war is around us», de la mano del periodista Ayman Mohyeldin, con quien pudimos conversar.

El documental está dirigido por Abdallah Omeish y narrado por los dos únicos periodistas extranjeros de lengua inglesa que durante ese tiempo trabajaban para Al Jazeera, y que se encontraban en el territorio cuando comenzó la Operación Plomo Fundido: Ayman Mohyeldin y Sherine Tadros.

La guerra se encuentra a su alrededor. Puede verse. La importancia del documental radica, no solo en lo que cuenta, sino en cómo lo cuenta. Es un relato de  desesperación descrito desde el punto de vista de los periodistas integrados en el conflicto. No se centra en una familia concreta, ni en una persona, «era algo que afectaba a todo el mundo, de forma general, a gente inocente, habría sido muy injusto elegir a alguien».  Habla de la guerra en Gaza. Cualquiera puede ser aplastado por un edificio que estalla. Cualquiera, de la misma forma, puede estallar.

«Sentimos que vamos a morir a cada momento y que dejaremos a nuestros hijos solos» Son las palabras sin esperanza de una madre. Como ella, muchas otras. Las que aún pueden llorar lo hacen. Otros mueren en vida al ver el rostro inexpresivo y lívido de sus hijos. En la retina del espectador queda grabada una imagen: la de un padre que, al ver a su hijo muerto, se queda inerte, sin respiración. Antes de ello había gritado «¡Que me dejen sostenerlo! Quiero cogerle yo!» Cae para atrás, con los ojos abiertos, espantados. No vuelve a hablar.

En el documental aparecen familias enteras asesinadas por el asalto a Gaza de Israel. «Yo no podía imaginar una destrucción así», comenta Ayman Mohyeldin, ahora entiendo el sufrimiento de este país, lo que ocurrió. La historia de Gaza, es la historia de la vergüenza».

Como periodista formó parte de ese espectáculo de muerte, al igual que todos los periodistas que estaban en el lugar. Algunos de sus amigos de oficio murieron, por lo que comenta no sentirse más importante que nadie en esos momentos, «nuestra función únicamente era informar de lo que ocurría». Y desde el primer día de guerra, estando en Rafah, empezó a «notar la necesidad que tenía la gente de contar lo que les pasaba». Y de alguna forma, expresa Ayman, ellos (los periodistas), ejercían esa importante función de transmitir los sucesos para aquellos que no los podían ver en directo.

Ayman, ¿Cómo es trabajar en un conflicto como el de Gaza?

«Cuando hay pocos periodistas es muy difícil informar, porque, muchas veces, la gente se muestra reacia a creer en lo que cuentas. No es como cuando hay 30 o 40, que se confía más porque los datos pueden contrastarse. Allí había muchos periodistas árabes, pero nosotros éramos los únicos que informábamos en inglés y era importante. El problema era que sólo había una organización trabajando contra la máquina de propaganda, por tanto, los que estaban fuera no podían verificar la información. Casi  nadie contaba lo que ocurría en el interior de la historia, lo que ocurría dentro de Israel».

El proceso que vivió durante la Operación Plomo Fundido fue «muy intenso y difícil. Tres semanas de guerra extremadamente peligrosas, no solo para los periodistas, para todo el mundo».

Si te pregunto por una imagen o momento  de esos días, ¿Cuál destacarías?

«Es muy difícil, cada día es complicado y realmente no puedo destacar un solo momento de los que tengo guardados en mi mente. Vi el sufrimiento de la gente, lo difícil de su experiencia, su día a día…»

¿Por qué en Occidente no se presta gran atención a lo que ocurre en Gaza?

«Creo que la dificultad de Gaza es que su historia se mueve lentamente. La gente siente que esa historia ha ocurrido durante décadas. Y, muchas veces, es difícil para una organización de noticias informar o cubrir algo que va tan despacio, porque puede no resultar emocionante desde el punto de vista visual. Además, en muchas ocasiones, la historia se trata desde la distancia, al igual que el resto de los acontecimientos que la acompañan».

¿Qué piensas de la cobertura que los medios occidentales hacen sobre el conflicto en Palestina?

«No creo que hagan un buen trabajo. A veces, no prestan mucha atención a una historia compleja, no le dan el tiempo que necesita para que madure, para ser explicada… Muchas veces ocurren acontecimientos en el mundo, como la primavera árabe, cuando muchas cuestiones importantes están saliendo a la luz, y la mayoría necesitan tiempo y concentración para atraer a la gente».

Al Jazeera es un medio de referencia, pero, ¿En qué falla?

«No creo que haya algo en particular que esté mal en Al Jazeera, creo que aún es una empresa joven que está en desarrollo. Por ello, tal vez aún pueden mejorar la calidad de su producción, diversificar sus fuentes, sus historias…».

Según Ayman, Al Jazeera marca la diferencia en la forma pausada de trabajar sus historias. Le dedica mucho tiempo a los buenos temas y a entrar en detalles, por tanto, es más lenta que otras organizaciones que tienen mayor número de historias pero más rápidas y sin profundizar. «Eso es lo que me gusta de Al Jazeera y lo que marca la diferencia respecto a otros medios».

¿Cómo afectó este momento a tu vida?

«Lo hizo de muchas maneras, algunas de mis mejores amistades y relaciones surgieron en Gaza, porque, personalmente la propia experiencia favorecía el trato con la gente y logré amistades que fueron increíbles. Profesionalmente, aprendí  muchísimo al trabajar en un entorno de guerra. Un desafío que quien vive allí afronta normalmente. El riesgo te ayuda a aprender de esos desafíos, tanto profesionales como personales. Lo bueno que tuvo la cobertura que hizo Al Jazeera de la guerra de Gaza es que permitió a mucha gente ver lo que estaba pasando y, por tanto, se convirtió en algo reconocible».

«La gestión del caos se hacía de forma muy humana», explica. Intentaba salir a la calle «sin nervios, tranquilo y seguro de mi mismo» para cubrir lo mejor posible la guerra.  «Era un conflicto de armas potentes y sofisticadas contra una población muy numerosa», explica Ayman en el documental.

Mientras hace un stand up, el sonido de una bomba retumba. La cortina de humo pude verse a lo lejos. Ayman se agacha, la cámara ya no recoge su imagen, «¡¿Hola!?», dice.

¿Te has recuperado de lo que viviste en Gaza?

«Nunca me he recuperado totalmente. No, no…un poco, con el tiempo, y la familia y los amigos…».
Actualmente, Ayman trabaja con la compañía americana NBC. «Intentaba cambiar para ver la diferencia entre Al Jazeera y un medio americano, es bueno para saber cómo cubren la revuelta árabe».
El documental, según el periodista, pretende recordar lo que ocurre en Gaza para que nadie se olvide de ello. Es una fuente de inspiración y aprendizaje sobre el conflicto que se vivió entre finales de 2008 y principios de 2009.  Fue dedicado a todas las vidas inocentes perdidas durante esa guerra y ha recibido el Premio al Mejor Largometraje Documental en el Festival de Cine de Newport Beach de 2012.

Por Lucía El Asri

miércoles, 29 de agosto de 2012

¿Qué hubiera pasado si…




Por María Blanco Palencia y Lucía El Asri para AISH

Si nos hubiéramos quedado? Esa es la pregunta que estos días circula por Ammán gracias a la iniciativa del grupo ماذا لو  بقينا,  '¿Y si nos hubiéramos quedado? ', que pretende fomentar el debate sobre cuál sería el presente de los palestinos si su pasado hubiera sido completamente diferente; si la historia de  su  identidad no se rigiera por la Nakba(*) y si Palestina no hubiera vivido el Sionismo .



Una exposición formada por 94 fotografías es el núcleo central del proyecto. Situadas en la galería Dar Al Anda, en Jabal Weibdeh, las fotos observan desde la altura el casco antiguo de la ciudad. Reposan, sostenidas por hilos caídos del techo, en dos amplias habitaciones iluminadas, repletas de espejos donde se recuerda una y otra vez el eslogan del proyecto. En la terraza, también hay espacio para las imágenes y para un baúl grande, de color azul viejo, llamado صندوق العجائب (una versión de 'linterna mágica'). Tiene tres huecos redondos en la parte frontal y en la superior, una manivela que, al girar, muestra las imágenes de la exposición. Antes, presentaba imágenes del extranjero, para que los palestinos pudieran conocer el mundo sin moverse de casa.
En las imágenes queda retratada la historia de la Palestina anterior a 1947. En ellas se aprecia la convivencia entre culturas, que al final acaban siendo una: la cultura palestina. Palestinos, musulmanes, cristianos, judíos, israelitas, samaritanos y armenios son los protagonistas. El público puede deleitarse observando a músicos de todo tipo con instrumentos indescifrables. También puede pasar la tarde examinando un afeitado al más puro estilo tradicional, la particular forma de coser de las mujeres, de recoger aceitunas de los olivos, de fabricar cestos de mimbre, o de hacer cerámica. E incluso puede observar la indumentaria típica de la zona: los hombres, con su pañuelo, su daga y su capa; los cazadores, vestidos de blanco, con la escopeta, las botas altas negras y el pañuelo en la cabeza; las mujeres, con el cabello cubierto y sin cubrir. Pescadores, agricultores, médicos…
Se hace imposible elegir una entre todas. Varias imágenes llaman bastante la atención. En una de ellas, una mujer joven, con el cabello al descubierto (lo cual permite apreciar su rubia melena) hace cerámica. Es armenia y, como el autor de las fotos, huye de un pasado horrible marcado por el genocidio. En Jerusalén encuentra el apoyo y la acogida necesarios para seguir viviendo. Otra imagen destacable es la de una escuela Samaritana en Nablus que  «representa la lucha contra el sionismo dentro del judaísmo». Explica Ahmad al-Sholi, uno de los organizadores de la exposición, que la gente se refiere a ellos como judíos, pero ellos se oponen y se definen a sí mismos como israelitas, no israelíes. A pesar de todo, no lo hacen con odio o rencor, pues antes de la Nakba, el judaísmo y los propios israelitas formaban un grupo homogéneo dentro de Palestina. No eran algo diferenciado.



La idea de recordar Palestina «siempre está ahí», nos comenta Ahmad, pero en esta ocasión el recuerdo se basa en algo que normalmente se olvida: hay vida más allá de la Nakba. Hay historia más allá de ese momento histórico. Es por esto que en enero, un grupo de palestinos y jordanos (también con alguna vinculación personal a Palestina), pensaron en la posibilidad de recopilar fotografías de familiares para mostrar una pequeña parte de esa historia olvidada. Lo hicieron solos, sin apoyo financiero. Pero pronto se dieron cuenta de que sus recuerdos impresos no tenían ni buena calidad, ni el tamaño adecuado. La casualidad llevó al grupo a ponerse en contacto con la nieta de un fotógrafo armenio, Elia Kahvedjian, que huyó del genocidio en su país y llegó a Jerusalén en 1915, lugar que lo acogió tras perder a toda su familia y donde inició su carrera diez años después, en 1925, a la edad de 15 años. Desde entonces, dedicó la mayor parte de su tiempo a recorrer Palestina, documentarse y fotografiar los sitios visitados.
Ahmad nos explica que la exposición tiene un fuerte contenido político desde el primer día y que los organizadores reconocen este contenido político y lo han convertido en la herramienta que quieren utilizar. Considera que cuando se habla de la Nakba, se habla, al mismo tiempo, de sionismo. La exposición pone sobre la mesa varias cuestiones. Por un lado, quiere rebatir el argumento sionista que dice: «una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra». Recoger la historia de Palestina anterior a la Nakba permite demostrar la existencia del pueblo (palestino) y de su tierra (Palestina). La exposición, a su vez, quiere llamar la atención  sobre algo poco habitual, en un momento en el que la Nakba influye en la mayor parte del pensamiento político referente a Palestina. Y hoy en día es una necesidad descubrir todos los detalles de la verdad Palestina, detalles que ni los propios palestinos conocen, como insiste Ahmad. Ese deseo lleva a esta iniciativa.
Sin embargo, el proyecto ha generado varias críticas. Por un lado,  hay quienes piensan que con la iniciativa se intenta educar a los palestinos, y consideran a los organizadores «artistas elitistas» que quieren imponer una visión de la historia. La segunda crítica es que algunos ven la actividad como una ofensa a los palestinos. Sienten que el mensaje desprendido del título, «¿Y si nos hubiéramos quedado?», quiere  decir que los palestinos no tuvieron valor para quedarse. Pero el verdadero mensaje es que los palestinos no se centran en su historia por la magnitud de la Nakba, y necesitan redescubrirla. Ahmad es un buen ejemplo de ello puesto que, hasta los 20 años, no supo que su familia había estado refugiada.
El tiempo pasado refleja la verdadera cultura y rasgos palestinos. Se pretende hacer ver que la historia de Palestina es mucho más que su tierra, que el derecho de los palestinos no puede centrarse en algo material, pues se corre el riesgo de caer en soluciones materiales, y que ese derecho incluye un pasado cultural muy importante construido antes de 1947. « La tierra solo se presenta como un factor necesario para restaurar lo que teníamos y construir lo nuevo», determina Ahmad. A pesar de las críticas, la iniciativa está siendo muy bien acogida. El pasado domingo, el cantante y activista palestino Shadi Zaqtan visitó la exposición y ofreció un concierto a los numerosos asistentes.
Las actividades son sin ánimo de lucro y son los organizadores quienes corren con los gastos del  revelado de las fotos, de su transporte y de los actos complementarios que realizan estos días,  relacionados con el mismo tema. El único apoyo es el de 30 voluntarios procedentes de universidades e institutos, que se encargan de impulsar la iniciativa en las redes sociales y de explicar a los asistentes el significado de las fotos. El público que se ha acercado a ver la exposición ha tenido la posibilidad de adquirir las obras por un precio aceptable, dado su valor histórico, y también ha podido responder en un mapa gigante a la pregunta planteada por la iniciativa.

*Nakba: término usado para designar la expulsión forzosa de parte de la población autóctona de Palestina hacia campos de refugiados tras la guerra árabe-israelí de 1948.

miércoles, 22 de agosto de 2012

PALESTINA 8/7/2012: Negociaciones y peticiones frustradas


DESPUÉS DEL PARÓN... ¡¡VOLVEMOS CON MÁS TRABAJO!!


Por Lucía El Asri

Las negociaciones para establecer un nuevo tratado sobre el Comercio de Armas (TCA) buscan llegar a un acuerdo sólido de regulación mundial de la venta de material bélico. Dichas negociaciones comenzaron el lunes 2 de julio de 2012, marcadas por la petición de Palestina de participar en ellas como Estado y no como mero observador. La petición fue respaldada por el grupo de países árabes en la ONU, con especial apoyo de Egipto, pero Estados Unidos se opuso y finalmente no fue aceptada. Riyad Mansour, representante permanente de Palestina en la ONU, alegó que la petición es «una obligación y un derecho», puesto que el Estado palestino ha sido reconocido como miembro de pleno derecho de la UNESCO, de manera que lo que tendría que haber sido el arranque de unas negociaciones esperadas y preparadas durante años, se convirtió en un debate diplomático sobre la cuestión palestina.

El suceso ha puesto sobre la mesa una cuestión que la ONU parecía haber olvidado: el 23 de septiembre de 2011, Mahmud Abbas, pidió el reconocimiento de Palestina como Estado ante la ONU y si se aprobara esa petición habría que establecer las fronteras del 4 de junio de 1967. A finales de octubre de 2011, Estados Unidos advertía de que la solución del problema palestino debía basarse en un acuerdo de paz entre Israel y Palestina; asimismo, también Estados Unidos calificaba error que Palestina siguiera presionando para lograr el reconocimiento de la ONU, en lugar de reanudar las conversaciones de paz con Israel: en ese sentido, en una reunión en el Consejo de Seguridad alegó que dicha petición «no avanzaría el proceso de paz, sino más bien lo complicaría, retrasaría, e incluso frustaría las perspectivas de una solución negociada». No obstante, Palestina mantiene su objetivo de ingresar en la ONU como miembro de pleno derecho, si bien su petición permanece bloqueada sobre todo  por la oposición de Estados Unidos. La posibilidad de un Estado palestino parece lejana mientras Estados Unidos mantenga su derecho de veto en la ONU y su apoyo a Israel.

Mientras tanto, Mahmud Abbas ha tenido que suspender la reunión con Shaul Mofaz, viceprimer ministro israelí, que iba a tener lugar en Jericó para retomar las negociaciones. El encuentro se canceló por la presión pública a la que se vio sometido el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), ya que cientos de personas se manifestaron el 3 de julio en Ramala frente a las oficinas de la ANP para pedir a Abbas que renuncie a los acuerdos de Oslo, firmados en 1993 con Israel, y para protestar contra la represión ejercida en una manifestación anterior.

Esa reunión hubiera sido el contacto más importante entre Palestina e Israel desde 2010, cuando se retomaron las negociaciones sobre el proceso de paz. El objetivo era acercar posturas entre Israel y Palestina tras dos años de parón en las negociaciones, provocado porque Israel continuaba con la construcción de asentamientos y con las detenciones. Todo se agrava con la crisis financiera que atraviesa la ANP, que ha visto rechazada la petición al FMI de un préstamo de 1 000 millones de dólares por no ser un Estado.

Y en estas circunstancias, la sombra de la muerte de Yasir Arafat, vuelve a los medios. El 3 de julio Al Jazeera puso sobre la mesa la posibilidad de que el presidente de Palestina hubiera sido envenenado, a raíz de que el Instituto de Radiofísica de Lausana haya determinado que se han encontrado restos de polonio-210 en la ropa de Arafat. Cuando el presidente pereció en 2004, algunas fuentes hablaban ya del posible envenenamiento, pero ahora, ante las nuevas pistas, la viuda de Arafat ha pedido la exhumación del cadáver, autorizada por la ANP, que además, exige una investigación internacional que determine las verdaderas causas de la muerte de su líder. Por su parte, Israel considera «ridículas» las sospechas de envenenamiento mientras aparecen nuevos rumores sobre el caso.

viernes, 20 de julio de 2012

"No soy machista a mis ojos ni a ojos de mi madre, ni lo soy para Siria"

Wassim Zabad es un sirio que lleva 10 años viviendo en España. Actualmente reside en Málaga y es el protagonista de nuestro cuestionario « Ellos y ellas» de hoy.



1. ¿Qué opinas de la situación de la mujer en tu país?
La situación de la mujer en Siria es bastante buena si la comparas con la de otros países cercanos, aunque se puede mejorar bastante en el ámbito legislativo. Es necesario cambiar algunas leyes, como la de los crimines de honor. En comparación con otros países musulmanes, en Siria las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres. Están representadas en el Parlamento y en todos los ministerios, de hecho, hay mujeres ministras. También es destacable su papel en la revolución siria. Vemos a mujeres en las manifestaciones, cuidando a los heridos y ahora mismo hay algunas en las brigadas del Ejército Libre.

Por Lucía El Asri para AISH

jueves, 19 de julio de 2012

ARGELIA 11/7/2012: Indecisión, temor y vuelta a las relaciones con Libia


(ALGERIA 11/07/2012: Indecision, Fear and Restored Relations with Libya)

Argelia continua indecisa en cuanto a extraditar o no a los familiares de Gadafi que acogió en agosto del 2011. Lo ha demostrado con su silencio en la última reunión de la Unión del Magreb Árabe, celebrada el 9 de julio de 2012 en Argel y liderada por el ministro de relaciones exteriores de Libia, Achour Ben Khayyal, que propuso discutir el asunto de las extradiciones de antiguos funcionarios del régimen de Gadafi para facilitar su enjuiciamiento en Libia. Mientras que Túnez ya ha tomado una postura firme al extraditar a M. Gaghdadi, exprimer ministro de Gadafi,  Argelia mantiene el asilo de parte de la familia  del dictador escudándose en  «cuestiones humanitarias».

A pesar de que las relaciones entre ambos países nunca fueron muy amistosas,  se habían mantenido estables con el tiempo aunque eran rivales políticos y económicos, ya que son los dos principales exportadores de petróleo y gas natural del norte de África a Europa. No obstante, el inicio de la revolución libia deterioró el diálogo entre los dos países vecinos por la indecisión de Argelia, cuyo Gobierno temía posicionarse y sufrir consecuencias relacionadas con la geopolítica, la seguridad y la estabilidad. Esos temores son los que hicieron  que Argelia fuera uno de los últimos países del Norte de África en reconocer al Consejo Nacional de Transición (CNT) de Libia, lo que no ocurrió hasta finales de 2011.

LEE LA CLAVE COMPLETA AQUÍ.

YOU CAN READ IN ENGLISH

Por Lucía El Asri para AISH.es

domingo, 1 de julio de 2012

Jadal: «Estamos esperando una nueva era, pero no sabemos quién vendrá ni cuándo llegará»


«¿Para qué preocuparse de lo que está pasando si algún día todo cambiará? Lo que tenemos que hacer es levantar alto la cabeza y respirar la brisa fresca ». Nyalak, Jadal.
En Jordania las cosas se ven, y sobre todo escuchan, de otro olor. Aquí, no solo el tiempo árabe lo condiciona todo. Parando. Acelerando. Hace que cuando menos te lo esperas sea de noche. Que el día no dure ni un segundo. Que pasees por la calle, veas un puesto de fruta y bebas zumo de melón recién hecho. O que la música ya esté incorporada  al ambiente de las zonas más animadas. 

Jadal, es un grupo jordano, joven. Mezcla de tradición y nuevas tendencias. Su nombre significa 'controversia', y según nos explica uno de sus miembros, Mahmoud Radaideh, «tiene que ver con la controversia que provoca el grupo al dar a luz música rock, con melodía árabe y letras en amiya (dialecto jordano)». Cantar en jordano les da una identidad, hace que su público los relacione con su país y con lo que cuentan. Todo es uno.


Por Lucía El Asri para AISH.es