viernes, 13 de abril de 2012

Mahmud Jibril: “Sería una pena dejar que Gadafi siguiera mandando después de muerto”


“La revolución en Libia no ha empezado”, sentenció Mahmud Jibril el pasado 28 de marzo en una conferencia que tuvo lugar en Casa Árabe. “Lo hará cuando nos sentemos a hablar de cuestiones esenciales para crear un nuevo sistema con el que los libios se sientan tan iguales como el resto de los ciudadanos del mundo”.

El político libio, primer ministro interino del Consejo Nacional de Transición Libio de marzo a octubre de 2011, considera que es necesario un esfuerzo que debe provenir de todos los sectores de la sociedad. Ese esfuerzo, una vez materializado, hará efectivos los cambios en el país, y “es posible que los que actualmente tenemos entre 50 y 60 años no veamos los resultados de estos cambios, porque es un proceso que exige al menos 25 años, y que necesita de una gran planificación”.

Desde el punto de vista democrático “la llamada `Revolución´ en Libia le ha dado al pueblo la oportunidad de empezar de nuevo, de ser dueño de su propia libertad”, comentó Jibril. Pero además, tanto el de Libia como los demás, han sido levantamientos que han tenido lugar gracias a la participación de diferentes sectores de la sociedad, “quien da su verdadero sentido a la Revolución es precisamente la existencia de la participación de diferentes estratos”.

No obstante, esta es una Revolución mayoritariamente de jóvenes, un 67 % de los ciudadanos del mundo árabe lo son. Jóvenes que, tras la caída de la URSS “que provocó un giro histórico en la humanidad”, se integraron dentro de un proceso de globalización, y se han interconectado con otros jóvenes del mundo, en un territorio global donde se han derrumbado fronteras e ideologías. “Ahora, en tiempos de cultura global, la conectividad es esencial, la pertenencia, la lealtad, se han empezado a reflejar”.

Explica Jibril que estos levantamientos han creado una nueva cultura liderada por la juventud, “por ello los mayores de Libia debemos mirar con cuidado esa cultura en la que dichos jóvenes son los protagonistas”. Según el político, las generaciones más avanzadas de Libia se han criado en un entorno cultural de miedo, “nosotros crecimos como robots preparados para ser mandados por un dictador. La nueva generación no fue expuesta a esa influencia, sino a la globalización” gracias a las redes sociales, a Internet, que han posibilitado el surgimiento de nuevos partidos, partidos virtuales liderados por una juventud que no necesita de un espacio físico para reunirse.

“Nosotros no debemos quitar el liderazgo a los jóvenes, pero podemos ayudarles”

Son partidos virtuales que pueden reunirse las 24 horas del día, en cualquier país, en cualquier momento y con la participación de cualquier persona, “es algo que viola el control policial que había en la era de Gadafi. Ahora esos partidos son como fantasmas, nadie conoce los domicilios de sus componentes, nadie puede ir a buscarlos a su lugar de reunión, su único problema es que no tienen liderazgo”. No tienen un líder reconocido, hay miles de jóvenes que hablan con ilusión de libertad y vida digna, “y eso está muy bien, pero si les preguntas cómo lo van a conseguir solo tienen eslóganes y sueños, no políticas concretas”, comenta Mahmud Jibril. Y precisamente, es esa dificultad de encontrar un líder lo que hace que en los países árabes se esté creando una brecha, “una brecha que hay que cerrar, porque sino esos jóvenes seguirán reuniéndose en las plazas sin conseguir sus objetivos”. La verdadera tarea de los mayores de Libia, según Jibril, es la de abrazar a esos jóvenes como verdaderos líderes, “nosotros no debemos liderar por ellos, son nuestro futuro y no podemos oponernos al futuro, pero podemos ayudarles a que se materialice”. Y cuanto mejor se organicen esos jóvenes, mejores resultados obtendrán. “Si no logran cohesionar ese liderazgo, no avanzarán, aunque yo creo que van por buen camino y tienen que ser ellos los que muevan ficha”.

¿Qué ocurre ahora en Libia?

Que no existe una policía fuerte, ya que tras desmantelarse el régimen, esa policía no volvió a sus cuarteles. No hay Constitución ni leyes sólidas, y el concepto de Estado se había fracturado mucho antes de la caída de Gadafi porque él había intentado fragmentarlo, por tanto, no había ni hay sentimiento nacional ni de Estado. Actualmente en Libia hay miles de dólares invertidos en contratos y proyectos firmados antes del levantamiento y, muchos de ellos, están en proceso de ejecución pero se han visto paralizados por la falta de seguridad. Según Jibril esto puede afectar a Europa “porque la inversión va a menos”.

¿Qué es necesario en estos momentos?

Crear un Ejército Nacional y fuerzas policiales sólidas, y preparar al país para unas elecciones legítimas y que se establezca un Estado de Derecho. “Nuestra prioridad es devolver la seguridad a las calles, controlar el estraperlo, el tráfico de armas en la frontera…es bueno que Europa ayude al empoderamiento de las mujeres en Libia, que de recursos a la sociedad civil, pero lo importante es aportar seguridad a la ciudadanía”.

Por otro lado, lo primordial para ambas partes de la cuenca del Mediterráneo es la convivencia, lo que falta es conocimiento de gestión de ambos lados para tratar la fase de transición en Oriente Próximo, “es necesario manejar la gran complejidad existente tanto social, como política y económica, no podemos hacer un análisis reduccionista. Hay que saber manejar la incertidumbre y gestionar las expectativas”. Y según Jibril “hay que ser conscientes de que los cambios no van a comenzar hasta un periodo de 3 a 5 años. Hay que gestionar la búsqueda de una nueva relación entre Europa y el mundo árabe, un mundo árabe que no está acostumbrado a tolerar el desacuerdo y que debe ocuparse en lograr esa tolerancia”, determinó el libio.

El CNT ha perdido su legitimidad

“Que el CNT reconozca la importancia de los jóvenes en la Revolución no tiene ningún sentido, porque ellos no lo esperan, salieron a la calle a buscar su libertad, sin pensar en nada más”. El Consejo Nacional de Transición libio dijo que dejaría el poder cuando la patria se liberara, pero no lo hizo, y declaró que continuaría con su trabajo hasta la celebración de elecciones, comentó Jibril, que considera que el pueblo libio cometió un grave error al aceptarlo. “Deberían haberse echado a la calle, pero no hubo protestas, no hubo manifestaciones, y a pesar de que hubiera voces contrarias a ese comportamiento, no se materializaron en la calle”. Según Mahmud Jibril, los jóvenes deberían haber exigido la dimisión del CNT para elegir por ellos mismos un poder nuevo, con legitimidad, “y no lo hicieron”. Para el político, éste es un órgano no electo que no ha respondido a las expectativas del pueblo libio.

“El factor decisivo es plantearse qué quiere el pueblo libio. Yo estaré contento con cualquier cosa que quiera y acepte”. Aunque afirma que elegiría un sistema político que asegurase el orden y diera más seguridad al país. Aunque, según comentó, para que eso funcione es necesario que se establezca una cultura de democracia que haga respetar y gestionar las diferencias en Libia. Tal vez, dijo, sería más conveniente un sistema presidencialista, ya que al hacer un tipo de gobierno más determinante puede lograr resultados eficaces, pero el problema estaría, comentó, en que “este tipo de gobierno podría desembocar en una dictadura”.

¿Cómo debemos actuar?

Con verdadera planificación y previsión de planes y políticas, en las que todo el mundo debe tomar parte activa para lograr la reconstrucción del país, determinó. Asombrado por el nivel de conciencia política de los ciudadanos libios, muestra su desagrado por la inexistencia de cultura política en los pueblos, “no saben lo que es una Constitución, no saben lo que son unas elecciones y les estamos pidiendo que vayan a votar en dos meses”. Por ello considera que son necesarias campañas de sensibilización, para que los ciudadanos no queden fuera del proceso de creación de la nueva Libia. Ahora el CNT tiene medios de comunicación, comenta, no como antes, y por tanto, puede informar al pueblo, llegar fácilmente a él y enseñarle. Si el pueblo no participa en la transición habrá dos posibles consecuencias:

1. Que el pueblo no vote.

2. Que el que tiene dinero compre el voto

“Y ambos resultados serían totalmente catastróficos”. Prefiere usar el término “inestabilidad” antes que “guerra”. “La inestabilidad seguirá mientras no haya una autoridad real, aunque por supuesto, en Libia estamos mejor de lo que esperábamos”.

Es cierto que en el país no funcionan los tribunales, ni como se comentó anteriormente, la policía o el Ejército, pero las tasas de violencia y criminalidad son mucho menores que en Egipto y Túnez, destacó Jibril. “Es cierto que el Estado está desunido, pero la sociedad se mantiene cohesionada porque normalmente los esfuerzos de reconciliación nacional los lleva a cabo el tejido social. Pese a las heridas que ha abierto el conflicto, éste está desarrollándose bien, estamos en un periodo relativamente pacífico para lo que se vive”.

¿Qué es lo que no debería repetirse?

La marginación de los ciudadanos. Excepto en ciudades como Sirte o Trípoli, la mayor parte de los ciudadanos de otros lugares habían sido marginados durante mucho tiempo, y ahí surge el extremismo.

En la conferencia, Mahmud Jibril quiso dejar claro que no todos los movimientos islamistas son terroristas, “lo extremo lleva a actos terroristas, y hay que hablar de `extremismos´, no de tipos de extremismo concretos”. Para el político es necesaria una Constitución que trate a todos los ciudadanos por igual, para que ese extremismo no se materialice. “Un extremismo que llega cuando la sociedad se encuentra abandonada y marginada, y por tanto, acaba usando medios violentos para hacerse oír, cuando por los legítimos no es escuchada”, sentenció.

Según Jibril, la Revolución de los países árabes ha sido un acontecimiento sin precedentes en el mundo. Clasifica un total de cinco en: Túnez, Egipto, Libia, Yemen y Siria, sin contar el caso de Bahréin, puesto que según él no ha sido un levantamiento tan determinante como en otros países: “Se trata más bien de una cuestión sectaria que no engloba a toda la población, aunque es verdad que en ese país hay situaciones injustas que necesitan solución, pero lo que allí ha tenido lugar no puede compararse con los otros países”.

Ahora “tenemos que centrarnos en crear centros de formación y excelencia para nuestros jóvenes”, unos jóvenes que saben idiomas y que en muchos casos están bien preparados. Hay que invertir en ellos, comentó Jibril, en los países africanos, siempre haciendo inversiones acordes a las necesidades de su entorno”.

En Libia aún impera la falta de confianza heredada de la época de Gadafi, “es algo muy serio, y sería una pena que Gadafi siguiera gobernando después de muerto, si dejamos que su cultura nos domine, cometemos un error”, finalizó.

Por Lucía El Asri para AISH