lunes, 12 de diciembre de 2011

Niños sirios tras la pancarta y el altavoz



Un domingo cualquiera niños corrientes juegan en el parque, pasan el día en casa de sus abuelos, comen con sus primos, o dan un paseo con sus padres. Pero Rania, Sanaa, Abude, Asmaa,Fatiha y Layla (pseudónimos) no lo hacen.

Ellos viven la guerra desde la distancia.Rania tiene diez años, su hermana Sanaa, siete. La más pequeña es tímida y apenas habla. Casi no sabe por qué se manifiesta todos los domingos frente a la Embajada de Siria en Madrid ni quién es Bachar Al Assad, aunque tiene claro que “es un señor muy malo". Sanaa siente que concentrarse es algo justo y, junto con el resto de su familia, no queda excluida de las protestas: “Mi tío ha muerto y está muriendo mucha gente, por eso vengo”.

Rania, la más mayor, habla con mucha determinación. Es clara y tiene una fuerza en la voz difícil de describir. Demuestra una madurez bien formada para su edad, demasiado, quizás. Abude y Asmaa son hermanos. El pequeño tiene cinco años, la niña sólo dos, no levanta ni un metro del suelo. Fatiha y Layla también son hermanas, ambas tienen ocho años.

AISH ha hablado con ellos y con sus madres (Omnia y Aida, también pseudónimos) durante varias semanas, para intentar saber cómo viven el conflicto en Siria.

¿Por qué os concentráis los domingos frente a la Embajada de Siria?

“Porque tengo un tío mártir, otro herido y otro que ha salido de la cárcel hace varias semanas. El presidente no se quiere levantar del trono y él es el cerebro de todo lo que está pasando en Siria, llevamos viniendo aquí casi ocho meses”, dice Rania.

Por Lucía El Asri

Lee más en AISH

No hay comentarios:

Publicar un comentario